La Encina (Quercus ilex) es un árbol de talla media y baja, que puede alcanzar de 16 a 25 metros de altura. En estado salvaje, es de copa ovalada al principio y después se va ensanchando hasta quedar finalmente con forma redondeado-aplastada adquiriendo así una forma semiesférica.
Sus hojas son perennes y permanecen en el árbol entre dos y cuatro años, son de color verde oscuro por el haz y están provistas de fuertes espinas en su contorno cuando la planta es joven y en las ramas más bajas cuando es adulta El envés de las hojas está cubierto de una borra grisácea que se desprende al frotarlas. La corteza es lisa y de color verde grisáceo en los tallos; se va oscureciendo a medida que crecen y, alrededor de los 15 o 20 años, se agrieta en todas direcciones, quedando un tronco muy oscuro, prácticamente negro.
Las encinas se cultivan principalmente por sus frutos, las conocidas bellotas. Son unos glandes de color marrón oscuro cuando maduran (antes, lógicamente verdes), brillantes y con una cúpula característica formada por brácteas muy apretadas y densas, que los recubren aproximadamente en un tercio de su tamaño.